Sobre arena, descansa en su final
de años herido, un viejo madero.
Se pudre junto al mar, su compañero.
Rindiendo un homenaje terminal.
Va impregnado de un aire marinero
mezclando sus aromas con la sal
y aun se le adivina vertical,
Inmóvil en el centro del velero.
Pido a Dios que me preste la madera
de este trozo de mástil, para ir
por los vientos del mar, a mi manera,
colmando de aventuras mí vivir,
permitiendo a mi alma marinera
que me bañen las olas al morir.
Andrés Manuel Pulido Gracia
No hay comentarios:
Publicar un comentario