Ya será para mañana · Sharvelt Kattán

Como si no doliera suficiente
sostener tu cuerpo con las desgastadas rodillas
¿señales inequívocas del tiempo?,
bisagras oxidadas quizá entre tus piernas y lo demás.

Estás cansado, es innegable.
Podría ser también la mala noche que has tenido
desde los últimos tres años.
Esa insufrible enfermedad que has conseguido:
sangrado constante, lagrimas escasas con frecuencia,
un dolor abdominal más o menos persistente.

Tos y
desencanto y
silencio nuevamente.

Un café. Agua sucia más bien.
Seguramente un cigarrillo, el último del día
y tu soledad de mal acompañado.
La desocupación obligada por los años
no suele aconsejar como debiera.

Observas, con los párpados cerrados,
la vida que se va, los momentos que no podrán ser,
las muchachas que pudiste amar,
todo eso que te queda oculto
tras la cortina de la inconstancia.

Silencio,
tos y
desencanto nuevamente.

Jaramillo canta, lejano ruiseñor extraviado,
con esa latosa voz de radio vieja, dispuesta
estratégicamente de seguro, al pie de la ventana.
Bebes lentamente el último sorbo del café
y miras con desprecio el despostillado fondo de la taza.

La vida que se niega a terminarse de una vez,
testaruda se aferra a tu lamento para sobrevivirse
otro día.
Y buscas a quien culpar ¿será la nación que te tocó?

Pero eso ya no importa, sabes que hoy
tampoco será, que se pospuso para mañana la muerte
que esperabas hoy.
Y sin resignarte, pero cansado,
aceptas los caprichos de la existencia.

Desencanto,
silencio,
tos nuevamente.

Sharvelt Kattán
www.poderdelverbo.blogspot.com