Te quiero de espaldas,
arrodillada
sobre la gran superficie de hielo.
Te quiero desnuda,
te deseo
con miedo.
Amarte con libertad;
y cuando pienses que eres mi esclava,
suéltate el pelo,
ya que el viento es tu alma
y el polvo, tus pétalos.
Eres libre, eres el mar;
te quiero amordazada
en mil palabras,
quiero verte
en la fauna de nuestra cama,
sobre la hélice del cigarro,
quiero verte
volar.
Eres libre, eres el mar;
doblegada como el canto austero
e inoportuno del gallo
el día de tu atadura,
quiero el cuerpo suave y silencioso,
quiero oírte
llorar.
Amarte
con libertad;
y cuando la cera ilumine tu fuego,
y en mis ojos
sólo haya piedad
pídeme que te obligue a ser libre,
que te ate, que te deje volar.
Ricardo Costa Brizuela
papoelgitano[arroba]hotmail[punto]com
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