Esos breves demonios, tan sutiles
Que llenaron mi vida con sus juegos.
Con nimias peticiones, con sus ruegos
De asistencia a batallas infantiles.
Me llenaron el alma con sus ciegos
Avatares de piratas, hombres viles
Que contaban por cientos y por miles
Y colmaron de aventuras mis sosiegos.
Ya no siento esos demonios a mi lado
Ni ese cálido infierno de hermosura
Perdido y en los años memorado.
Prestaron su postrera travesura
Dejando a este padre enamorado
En las manos las ansias de ternura.
Andrés Manuel Pulido Gracia · España
mpulidog[arroba]gmail[punto]com
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