Vagar sólo era mí sino, sin ninguna grieta en mi camino, vagar sin esperanza, lleno de pena el corazón, pero llegaste tú, iluminando con tu presencia, las sendas de mi vida, mi ya marchito corazón.
¡Hay vida!, ¡déjame quererte!, ¡no me dejes!, ayúdame a vivir, ¡regresa no me dejes!, no me mates con tu desdén...
Te amo.
Alexander Baltodano Alvarado · Costa Rica
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